Una piedra de toque
para luego demoler la puerta
que guarda bajo llave la perla
del secreto oculto de tu nombre.
Apareces y desapareces,
como a un espectro del pasado
verás a una sombra cosida.
Soy yo, a tu cuerpo atado.
Reclamo lo que he perdido,
lo que me pertenece,
las sobras de tu escaso cariño
cuando quisieron querer tus labios
buscar refugio entre los mios.
El mal llamado mal de amor
es un océano eterno de frío infierno,
un barco hundido sin capitan,
que nunca tuvo pasajeros.
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